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Cultura

30 años sin Luis Eduardo, toda la vida con Lucho Bermúdez

Sube a La Palestra el gran Lucho Bermúdez, una leyenda de porros, guarachas, fandangos, mapalés, cumbias, paseos, mambos, merengues, chachachás, salsas, tangos, bossa novas, joropos, torbellinos y pasillos

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04/24/2024

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Luis Eduardo Bermúdez Acosta, «Lucho Bermúdez», el más grande entre los grandes del siglo XX.

Luis Eduardo Bermúdez Acosta inició su carrera como flautista de la Banda Municipal de su pueblo natal cuando apenas tenía 6 años de edad y a los 14 hizo su debut frente al entonces mandatario nacional, Miguel Abadía.

Tras semejante hazaña fue promovido a la Banda Militar del Batallón Córdoba en Santa Marta y allí hizo mingas con el instrumento que le acompañaría por el resto de su vida, el clarinete.

A los 20 años le fue asignada la responsabilidad de dirigir la Banda Departamental de Bolívar, tarea que hizo con tanta rigurosidad y sapiencia, que poco después le fue entregada la dirección de la «Orquesta del Caribe».

Ya como director de la aplaudida orquesta y cuando corrían los años 40, Lucho Bermúdez protagonizó memorables instantes en la capital de la república con la realización de una temporada de presentaciones en una zona nocturna de Bogotá y allí conoció a Matilde Díaz.

Obras como: “Caprichito entre los porros” y “Danza negra» entre otras, alcanzaron la cúspide de la popularidad y Lucho Bermúdez se convirtió en el gran referente de la música alegre, festiva y emblemática del país en varios círculos nacionales e internacionales y se ganó el apelativo de “El Rey del Porro”.

Gaitas, mapalés, porros y cumbias, entre otros ritmos y los aires de su propia cosecha como el tumbasón y la patacumbia, una mezcla asombrosa de la cumbia con el «Pata Pata» de la sudafricana Miriam Makeba, fueron popularizados en el mundo, gracias a Lucho Bermúdez.

Pero no solamente fueron las obras del caribe las que nacieron de su pluma y su genuina imaginación, porque también la música andina colombiana ocupó un capítulo muy importante en la vida de este juglar con pasillos como Pasión, Dos almas unidas, Huracán y Espíritu Colombiano, entre otras, que hoy siguen replicando su eco en los más importantes festivales como El Mono Núñez. 

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Este hombre de mente prodigiosa, oriundo de El Carmen de Bolívar, alumbró a la vida el 25 de enero de 1912 y se despidió de la esfera terrenal un 23 de abril de 1994, cuando el mundo latino recordaba al gran «Cervantes» en el tradicional Día del Idioma.

El padre del maestro Lucho Bermúdez murió cuando el genio del porro tenía tan solo 3 años de edad y su tío Montes lo acogió como su hijo, descubriendo en él sus grandes dotes para la música, por lo que le regaló un flautín con el que el pequeño Luchó incursionó de lleno en los sonidos de aquellos acentos de la gaita que corrían por sus venas. 

Tras la muerte de su padre, la familia del maestro se trasladó a Santa Marta y allí vendría luego el dominio de instrumentos como el trombón, el pícolo, la tuba, la trompeta, el saxofón y por supuesto el clarinete que fue el que más lo sedujo y con quien creó una intimidad enigmática de la que nacieron muchas de sus icónicas creaciones. En Chiriguaná, Cesar y Cartagena el maestro Bermúdez dejó, también, honda huella en las partituras del tiempo. 

Cuentan los cientos de escritos hechos sobre la vida del maestro que, «en uno de los tantos viajes, en el municipio de María La Baja conoció cómo se organizaba la cumbiamba por la comunidad negra y allí mismo viendo a una negra llamada María Isabel, bailando con los pies descalzos sobre la arena, tuvo la inspiración para su primer éxito llamado Prende la vela».

Después de «Prende la vela» llegaría su primer disco que incluyó temas como «Las mujeres de San Diego», «Cadetes Navales», «Chucho Hernández», «Jabón con yuca», «11 de noviembre» y «El gallito». Gracias a ese éxito y al disco fue invitado en el año 1943 a tocar durante una temporada en el club El Metropolitan, de Bogotá. 

En 1946 realiza su primera salida internacional a Buenos Aires, con un contrato de seis meses, y allí conformó una orquesta de 22 músicos con la que grabó alrededor de 60 temas en la casa disquera RCA Víctor; como: «Danza Negra», «Caprichito», «Cuca», «Cumbia Colombiana» y «El Porro Buenos Aires». 

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El maestro presentó de manera oficial la Orquesta de Lucho Bermúdez el 15 de julio de 1947 en el Hotel Granada en Bogotá y en 1948 se radicó en la capital de Antioquia para trabajar como músico de planta del hotel Nutibara y a su vez como director artístico de la emisora La Voz de Antioquia.

Personajes como Pedro Vargas, Eva Garza, Miguelito Valdés y Toña La Negra, entre muchos otros artistas de renombre internacional, empezaron a formar parte de su vida y fue en Medellín donde nació el popular «Salsipuedes» que le permitió reafirmar su gran salto a la fama.

En el año de 1952 fue invitado a participar en el Festival de Música Latinoamericana de La Habana, organizado por el Maestro Ernesto Lecuona, y su carrera se disparó tanto que los grandes como Celia Cruz agendaron cita con él para conocerlo y acercarse a su obra compositiva.  

Entre 1952 y 1954 Bermúdez vivió entre Cuba y México donde promocionaba su orquesta dando a conocer su música a nivel internacional y surgió entonces la estrechez con otras figuras como Dámaso Pérez Prado y Benny More, entre otros. En México, y con músicos de ese país y sus arreglos orquestales, hicieron una gran onda en torno al porro colombiano y allí grabó alrededor de 80 discos.

Llegaría luego un gran contrato en los Estados Unidos que le permitió recorrer los grandes escenarios de New York, Los Ángeles, Miami, San Francisco, Las Vegas, Washington y Texas y posteriormente Venezuela, Costa Rica y Ecuador se disputaron por tenerlo en esas tierras hermanas.

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Grandes Orquestas e intérpretes han hecho traducciones de sus temas, siendo muy destacadas las de Leo Marini, Bienvenido Granda, Jaime Llano González, Hugo Romani, Carmiña Gallo, Leonor González Mina, Benny Moré, La Sonora Matancera, Pacho Galán, Tito Rodríguez, La Billo’s Caracas Boys y Los Melódicos de Venezuela, entre muchos otros.

Hoy, luego de 30 años de su muerte, en los corazones de millones de personas está más viva que nunca la memoria del gran maestro y creador de un catálogo inmenso de identidad construido con el aporte de monumentales obras como: «Carmen de Bolívar», «Colombia Tierra Querida», «Salsipuedes», «San Fernando», «Tina», «Diana María», «Buenos Aires», «Añoranza», «Fantasía Tropical», «Embeleso», «Caprichito», «Prende la Vela», «Te Busco», «Borrachera», «Cadetes Navales», «Burucuca», «Sabrosita», «Taganga», «Tolú», «Fiesta de Negritos», «Huracán», «Gaiteando», «El Papá de los Pollitos», «La Gaita», «La Pigua», «Gloria María», «Los Primos Sánchez», «Arturo García», «Espíritu Colombiano», «Danza Negra», «Bureche»,»El Marañón», «Kalamarí», «Joselito Carnaval», por citar tan solo algunas de sus inmortales creaciones entre las que se cuentan más de mil composiciones registradas. 

Disfrutemos de una de sus icónicas canciones: «Colombia Tierra Querida».

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