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Duitama eleva el alma de Colombia en Europa, porque su Banda Sinfónica triunfó en tierras lejanas

Cuando una Sinfónica hace patria. La Palestra informa

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05/04/2025

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En Europa, la banda Sinfónica de Duitama, dejó huella. Fotografía Archivo particular.

Hay gestas silenciosas que no necesitan titulares estridentes para conmover una nación. Basta una nota bien ejecutada, un clarinete que se alce como plegaria, una marcha que abrace las raíces, para que el mundo se detenga un instante a escuchar el alma de un país.

Así ocurrió en Neerpelt, Bélgica, donde la Banda Sinfónica Municipal de Duitama dejó de ser una agrupación local para convertirse en símbolo universal del arte, la perseverancia y la identidad colombiana.

En el marco del 73rd European Music Festival for Young People, certamen que congrega a más de cuatro mil artistas de los cinco continentes, los 55 músicos boyacenses, liderados por el maestro Sergio Chacón, no solo obtuvieron el Primer Puesto con Honores en su categoría.

Fueron, ante todo, embajadores de la esperanza y llevaban en sus partituras más que compases: llevaban la historia, la fe, el sudor de muchos, y la dignidad de un pueblo que no se rinde.

Desde el desfile inaugural hasta la última ovación en el concierto de gala, cada acorde fue un acto de resistencia estética y cultural, porque la música, en sus manos, no fue adorno, fue bandera y en cada instrumento vibró la memoria de una región que, desde las montañas de Boyacá, ha sabido transformar las dificultades en melodías, y los sueños en disciplina.

Lo que presenció Europa no fue casualidad ni privilegio fortuito. Fue la consecuencia de un proceso formativo riguroso y humano, tejido durante años por el Instituto de Cultura y Bellas Artes de Duitama, Culturama. 

Fue también el resultado del respaldo decidido de una administración municipal que apostó 300 millones de pesos del superávit fiscal y de la Estampilla Procultura, y de la mano extendida de la Gobernación de Boyacá, a través de la estrategia Misión Alas, impulsada por la gestora social Daniela Assis. 

Pero, sobre todo, fue el fruto del amor; el de los padres que organizaron rifas y conciertos benéficos, el de los maestros que creyeron en cada ensayo, el de una comunidad que entendió que el arte es inversión, no gasto.

Neerpelt fue el escenario, pero el verdadero espectáculo ocurrió en los corazones, porque mientras la batuta del maestro Chacón dibujaba paisajes sonoros, y las flautas y metales daban forma a los anhelos colectivos, en Colombia despertaba una certeza refulgente: cuando la música se abraza con pasión, ninguna frontera es definitiva, ningún cielo queda demasiado lejos.

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La Banda Sinfónica de Duitama, se puso de ruana Europa. Fotografía Archivo particular.

Este triunfo no es solo una medalla, es una declaración que nos recuerda que el arte no es un lujo sino una necesidad vital. Que las bandas sinfónicas no son adornos protocolarios, sino escuelas de ciudadanía, de sensibilidad y de excelencia. Y que, en un país tantas veces ensordecido por el ruido de la violencia, los jóvenes de Duitama eligieron afinar su voz para entonar una melodía de unidad, de futuro, de dignidad.

Hoy, mientras resuena en cada rincón de Boyacá el retintín de esta hazaña, entendemos que no viajaron solos, porque en cada maleta iba la bandera de Colombia, sí, pero también iba nuestra gratitud. Porque estos músicos no solo nos representaron: nos redimieron, nos inspiraron, nos recordaron quiénes somos cuando el talento y la voluntad se encuentran.

Y así, desde el corazón de los Andes hasta los escenarios del viejo continente, la Banda Sinfónica Municipal de Duitama no sólo hizo música. Hizo historia.

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