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Cultura

“Gran Premio Mono Núñez” Honoris Causa para el Dueto Primavera

Este año Funmusica y el Festival Mono Nuñez, entregan la Bandola del "Gran Premio Mono Núñez" al Dueto Primavera. La Palestra informa

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05/28/2025

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Mireya, Paola y Juan Pablo Becerra Quiroz, integrantes del condecorado Dueto Primavera. Fotografía Archivo particular.

Por: José Ricardo Bautista Pamplona – Escritor, Cantautor, Periodista

Hace ya más de dos décadas, en la histórica villa republicana de Santa Rosa de Viterbo, brotó un dueto que habría de devenir en la estampa viva del folclore andino, una floración del alma campesina, sembrada en tierra fértil de la tradición lugareña.

Los hermanos Becerra Quiroz, Sandra Mireya, Paola y Juan Pablo, germinaron en una cuna donde la música era un legado sagrado, entretejido en el aire mismo que respiraban, nutrido por acordes de alboradas y melodías que contaban la historia de su gente.

Desde la infancia, el sonido fue verbo y raíz. En su casa, los aires de la patria fluían como río sonador; la guitarra del padre, don Alfredo, delineaba siluetas de bambucos y pasillos, mientras la madre, doña Miryam, elevaba su voz en ofrendas de canto puro, consagrando las celebraciones eucarísticas con la devoción del alma cantora. Entre estos murmullos del origen, se alzaban también los ecos de un violín, tocado por Diego Alfredo, otro hermano, quien, como un ángel furtivo, bordaba nostalgias en el telar de la armonía familiar.

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La añorada bandola del Gran Premio Mono Núñez que será entregada al Dueto Primavera. Fotografía Archivo particular.

Así fueron moldeando su arte, viajando día tras día a Duitama, como caminantes de un sueño, para asistir con fervor a los templos del saber musical: la antigua Escuela de Bellas Artes del Tundama y, luego, la Escuela Jaime Llano González de Sinaltrabavaria. Allí, bajo el magisterio de excelsos guías como Gloria Manosalva y Arley Otálvaro, consolidaron las bases de un arte que, con el tiempo, habría de desbordar los límites del aula para abrazar el alma de una nación.

Surgió entonces el Dueto Primavera, y como su nombre lo sugiere, floreció sin demora. Mireya entonó la primera voz con la ternura de la alborada; Paola, la segunda, como eco sereno del corazón montañoso; y Juan Pablo, con la “cajita sonora” en sus manos, tejió una urdimbre de tiple, guitarra y bandola, en una sinfonía de raíz y cielo. Su propuesta no solo encantó por su impecable ejecución, sino por una estética que evocaba la identidad de las marchantas pintorescas de las plazas de mercado, delantales bordados con rosas, medias de colores, largas trenzas sobre el pecho, zapatos de material… y el traje dominguero de Juan Pablo, con su sombrero de ala corta, evocando la dignidad del labriego colombiano.

Los escenarios no tardaron en rendirse ante su propuesta. Festival tras festival, certamen tras certamen, su nombre comenzó a escribirse en los anales de la música andina como un susurro eterno del corazón patrio. El legendario Festival Mono Núñez en Ginebra, el Festival del Bambuco Luis Carlos González, Cotrafa, Antioquia le Canta a Colombia, el Festival Hermanos Martínez en Floridablanca, el Hermanos Moncada en Armenia, el Pasillo en Aguadas, el de Sevilla en el Valle, y el Mangostino de Oro en Mariquita, entre otros… Todos, sin excepción, fueron testigos del milagro gemidor de los Becerra Quiroz.

No eran simplemente intérpretes. Eran revelación. Eran eco. Eran herencia. En Ibagué, fueron proclamadas como las primeras princesas de la canción en el Festival Nacional de Música Colombiana, honor que hasta entonces sólo había sido otorgado a duetos masculinos.

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En el Hay Festival de Cartagena de Indias, surgió el formato ampliado del Dueto Primavera, llamado «Carranga Primaveral».

Su arte pronto cruzó las fronteras. En Miami, bajo el sol inclemente, portaron con orgullo sus vestuarios tradicionales, irradiando al mundo la esencia del ancestro campesino, y lo mismo hicieron en Alemania, y en diversos escenarios de Europa y Norteamérica, llevando consigo la sonoridad de la tierra natal. Las grabaciones discográficas no se hicieron esperar, enriquecidas con arreglos innovadores y la dirección musical del virtuoso grupo Palos y Cuerdas, el “Chino León” y en la más reciente época de German Moreno Sánchez.

En su caminar artístico, el Dueto Primavera incorporó joyas de la tradición carranguera, honrando al juglar Jorge Velosa Ruiz en una suerte de romance armónico entre el bambuco y la carranga, fusión que encendió el alma popular con renovado fervor.

Sus voces y cuerdas resonaron en los más ilustres teatros del país: el imponente Teatro Colón, el Julio Mario Santo Domingo, el León de Greiff, Colsubsidio, y los más refinados auditorios de Cali, Medellín, Manizales, Pereira, Bucaramanga, cada uno convertido en altar para su ofrenda artística, cada aplauso, en bendición que los consagraba como guardianes del folclor.

Trascendental e histórica fue su presencia en el concierto ocasionado por Funmúsica en el Hay Festival de Cartagena en donde además de sembrar en los corazones de los asistentes el amor por nuestros aires, estrenaron su novedoso proyecto “Carranga Primaveral” en un formato ampliado con grandes invitados en el requinto, la guacharaca y las voces infantiles de su fértil cosecha.

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Desde sus inicios el Dueto Primavera ha estado acompañado por la luz permanente de sus padres. Fotografía Archivo particular.

Primavera se alzó como fiel estandarte del folclor colombiano, una bandera canora que flamea en todo rincón donde habita la música de raíz y allí donde el alma busca consuelo, su arte es llamado. Su presencia en cualquier evento es presagio de grandeza, pues no llegan como artistas sino, cual custodios de un legado y por eso, los compositores los buscan como vaso sagrado donde depositar sus versos, seguros de que florecerán en eternidad.

Las alianzas artísticas no se hicieron esperar: duetos, solistas, bandas sinfónicas, agrupaciones vocales, instrumentistas… De estos encuentros han nacido joyas musicales que han conquistado la radio nacional y con el álbum Quinteto con Voz, su arte fue nominado a los Grammy Latinos, confirmando que su canto no conoce linderos.

Sus melodías ocupan un lugar privilegiado en la programación cultural del país, pero más allá de las ondas radiales, han arraigado hondamente en el corazón del pueblo. Su arte es espejo y canto, cepa y vuelo.

Y aún hay más. El legado de Mireya, Paola y Juan Pablo no se limita al pentagrama ni al escenario. Trascendieron lo musical para tejer caminos en otros ámbitos del saber.

Sandra Mireya, magister en musicoterapia, ha explorado los misterios de la sanación a través del sonido. Su liderazgo en la gestión cultural la llevó a ser reelegida dos veces como secretaria de Cultura y Patrimonio de Boyacá, erigiéndose como fanal en la defensa de la identidad regional.

Paola, ingeniera sanitaria y ambiental, conjugó ciencia y arte. Como decana y líder académica en universidades de renombre, ha formado nuevas generaciones bajo el signo de la sostenibilidad y la cultura, sembrando conciencia desde el aula.

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En la fotografía Mireya y Juan Pablo del Dueto Primavera, junto al reconocido escritor y periodista Daniel Samper Pizano. Fotografía Archivo particular.

Juan Pablo, Ingeniero industrial y gestor cultural, armonizó creatividad y patrimonio. Su paso por la dirección de Culturama y su papel como asesor de importantes proyectos ministeriales lo consolidaron como figura decisiva en la preservación de las artes.

Así, entre acordes y vocaciones, el Dueto Primavera continúa su florecimiento constante, como canto que nunca cesa, como savia que nunca se agota. De esta raíz surgió la “Carranga Primaveral”, una sinfonía de tradición y vanguardia que, con su esencia genuina y su arraigo profundo, sigue iluminando el sendero del folclore colombiano.

Hoy, cuando sus acentos se han transfigurado en símbolos vivientes de la identidad sonora de la nación, Funmúsica exalta con honra y gratitud a estos insignes baluartes del arte andino, otorgándoles el Gran Premio Mono Núñez, Honoris Causa, como tributo a una trayectoria excelsa y al inconmensurable legado que el Dueto Primavera ha sembrado en el alma musical de la patria.

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