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La memoria de Luis Carlos Galán Sarmiento en un país sin memoria

35 años sin Luis Carlos Galán Sarmiento

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08/17/2024

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Luis Carlos Galán Sarmiento. Fotografía Archivo particular.

El asesinato del líder liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, cometido el 18 de agosto de 1989, partió la historia política de Colombia, crimen atribuido por las autoridades a una lóbrega alianza entre agentes del estado y el narcotráfico.

Galán se atrevió a revelar en la plaza pública y en el Congreso colombiano lapenetración de las mafias en la política y en la sociedad de un país sacudido en esa época por una cadena de actos macabros que marcaron esa década como una de las más tormentosas y dolorosas del país.

El carismático líder de 45 años fue asesinado el 18 de agosto de 1989 en Soacha, mientras ejercía su rol de candidato presidencial, y hoy, luego de 35 años, se sigue recordando a través de la poesía y los versos al caudillo de las grandes masas.

El experto en seguridad, escritor, poeta y exalcalde de Paipa, Julio Cesar Vázquez Higuera, escribió en ese doloroso instante, un poema que nos permite recordar al dirigente que revolucionó el concepto de hacer política en Colombia.

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El autor del poema dedicado a Luis Carlos Galán es Julio Cesar Vázquez Higuera. Fotografía Archivo particular.

18 DE AGOSTO DE 1989, EL DOLOR…

Julio César Vásquez Higuera

I

“Nos dirigimos a toda la Nación, a todo compatriota

que crea en las ideas que vamos a proponer…”

Este fue tu primer llamado, Jefe,

tu invitación abierta a una gran cruzada

por la dignidad de tu patria, por su renacer…

Con esta proclama y la reciedad de tu tierra

irrumpiste enhiesto en un país aletargado;

carcomido por el poder de la droga maldita

cuyos tentáculos, a Colombia, habían postrado..

Fuiste un paladín, un valiente, un visionario

que levantó su dedo acusador, puro y franco;

que denunció sin rodeos, sin temor, con coraje,

por igual al corrupto, al politiquero, al narco..

“Sepulturero del partido” te llamaron, te acusaron

por pregonar de la política, una nueva concepción;

por defender la libertad, la democracia, la justicia

por creer en tus ideas, en tu pueblo, en tu nación..

Líder carismático, auténtico, sin esguinces

penetraste sin permiso el corazón de tu gente;

tu sonrisa abierta, tu mirada límpida, tu camisa roja

te incrustaron en nuestro pasado, futuro y presente..

II

Pero, gran Jefe, el odio no dio tregua

y cual marea mortal te fue merodeando;

segando de paso la vida, la ilusión y la lucha

de aliados tuyos, tus amigos, de tu bando..

La luz de tu existencia, tu horizonte vital

fueron cobijados por negros nubarrones;

la soledad, la desprotección, la insolidaridad

sellaron tu final, gran hombre, entre los hombres..

Aquella noche de agosto, aquel viernes fatídico

cumpliste valerosamente tu cita con el destino;

la multitud te esperaba, te abrazaba, te vitoreaba

y entre ella, agazapado y cobarde, el asesino..

Cuatro ráfagas sonaron, como cuatro aullidos

de un monstruo maldito que estremeció a Colombia;

los balazos que horadaron tu cuerpo, transmutaron

en demonios siniestros, letales, sin misericordia…

Con tu cuerpo desplomado, murió la esperanza

de un tajo, sin atenuantes, nos acribillaron la alegría;

y murieron los sueños y nos quedaron debiendo

un mejor futuro, tu oratoria, tu faro, tu guía…

III

El ramalazo de pena nacional por tu muerte

se reprodujo mil veces en tus funerales;

venidos de la rabia, de la impotencia, llegaron todos

de la provincia, la ciudad, del cemento, de los pastizales…

Heme aquí Jefe, uno entre tantos y tantos

mascullando entre dientes mi tristeza y dolor;

soportando contrito la venganza de los miserables

cargando tu féretro, aferrado a tu luz con devoción…

El cortejo avanza, la multitud te aclama:

“Galán, amigo, el pueblo está contigo..”;

son las campanas del adiós, cada paso, cada cuadra

con un segundo tañido: “asesinos, asesinos…”

Aquí están todos tus seguidores, la razón de tu lucha

tus afiches, las banderas, las coronas.. la ira santa ¡;

un maremágnum de infinita pena, una pesadilla

ríos de llanto, rostros desolados, la desazón, la nada…

Tu ataúd no pesa, Jefe, pesa más la historia

que dejaste trunca, expósita, adolorida;

aquí estamos tus escuderos de mil batallas

afligidos por tu muerte, agradecidos por tu vida…

IV

Ha pasado el tiempo, Jefe, desde tu partida

cuando nos saquearon inmisericordes, tu aliento;

hoy, tu figura, tu parábola, tu ejemplo

son lanzas clavadas en el alma, en el recuerdo..

“Los hombres los pueden matar, pero las ideas no”

nos golpea cada agosto, ésta, tu premonición;

acaso solo tu muerte se hizo realidad?

Acaso tus ideas? y tu prédica? y tu pasión??

Hoy, el país que soñaste es una quimera

se quedó enredado en la memoria colectiva;

abundan, para tu pesar, los falsos profetas

los mercaderes del voto.. oh tragedia repetida.. ¡

Ahora, el poder oscuro y criminal que denunciaste

ha mutado en mil cabezas, como una peste;

“los buenos somos más..” repiten los cándidos, en tanto;

el dinero fácil, el desprecio a la vida, resplandecen ¡

Es el final.. y mientras tanto, Jefe, y mientras siempre

ahí está tu legado, tu reto a la sangre nueva:

“Siempre adelante, ni un paso atrás… ¡

y lo que fuere menester… Sea ¡¡”

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