
Esta noche, las montañas del altiplano boyacense retumbarán con los acordes desenfrenados y festivos de Puerto Candelaria, agrupación insignia de la nueva música colombiana, que llega a Paipa para encender la llama del folclor y el goce en el marco del Festival Nacional de la Ruana y el Pañolón, la Almojábana y el Amasijo.
En medio del frío encantador de la sabana boyacense, el parque principal de Paipa se transforma en un hervidero de alegría popular. Este evento, que enaltece los sabores, sonidos y símbolos de la cultura campesina, abre sus brazos a la propuesta irreverente y provocadora de una banda que ha sabido mezclar, como pocos, la tradición y la innovación musical. Puerto Candelaria no solo ofrece un concierto, sino una experiencia sensorial en la que la cumbia se mezcla con el jazz, el rock, el funk y el teatro, en una explosiva puesta en escena que desafía géneros y rompe moldes.

Con casi dos décadas de trayectoria, esta agrupación paisa ha conquistado escenarios nacionales e internacionales gracias a su talento para reinterpretar el folclor colombiano desde una óptica contemporánea, urbana y profundamente identitaria. Su presencia en este festival no es casual: representa el puente entre lo ancestral y lo moderno, entre la raíz y la experimentación, entre lo nuestro y lo universal.

El Festival Nacional de la Ruana y el Pañolón, la Almojábana y el Amasijo, es una declaración de orgullo por las costumbres de un pueblo que mantiene viva su herencia cultural. En sus calles se respira maíz y tradición, en sus tejidos se abriga la historia, y en sus sabores se conserva la memoria de los abuelos.
Así, esta noche, la música de Puerto Candelaria se entrelaza con la esencia de Boyacá. Las ruanas se agitan al ritmo de la cumbia, los pañolones ondean al compás del saxofón, y las almojábanas se comparten entre versos, pasos de baile y sonrisas. Es la Colombia profunda que se canta a sí misma, que se reinventa sin perder el alma.

El alcalde de la ciudad y anfitrión del evento German Ricardo Camacho Barrera señaló que: «hoy en Paipa, más que un concierto, se vive una fiesta de identidad. Una celebración de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser cuando el arte se convierte en puente, en espejo y en abrazo».
¡Que suene la cumbia, que ruja la fiesta y que viva, por siempre, el folclor nacional!