La maestra Ruth Marulanda Salazar nació en Buga, Valle del Cauca el 17 de abril de 1942, sus padres fueron Jorge Marulanda Mejía quien era pianista y cantante y su madre Amelia Salazar Cuartas procedente de una familia de pintores y escultores, sus hermanos César y Jairo el mellizo, al igual que «la negra» y su hermano mayor también heredaron la vena artística de sus progenitores y el hogar de la maestra Ruth fue un caldero de arte y sentimiento estético donde se amasaron con cariño los aires de la usanza.
La aplaudida compositora, docente e intérprete del piano inició estudios en su ciudad de origen con la profesora Carmen Vicaría de Escobar, quien la orientó en la interpretación de la música clásica, aunque a escondidas de ella, la maestra Ruth interpretaba los bambucos y pasillos que escuchaba en la radio de Orio Rangel. «Deje de charrandiar», le decía su maestra cuando la sorprendió tocando los aires del folclor andino, sin embargo, ella nunca se apartó de los ritmos de su amada tierra.
Posteriormente, la maestra Ruth Marulanda Salazar se radicó en Bogotá e ingresó al Conservatorio de la Universidad Nacional, donde afinó su experticia en la interpretación del piano con Lucia Pérez, reconocida maestra, quien se había especializado en Francia. A ella tampoco le gustaba que su alumna Ruth tocará bambucos y pasillos y, sin embargo, su aventajada aprendiz se las arreglaba para hacer sonar la síncopa cada vez que podía.
En una de las entrevistas concedidas a los medios de comunicación del país Ruth Marulanda dijo: «Yo siempre había estudiado música clásica, pero la herencia de mi casa fue la música colombiana y eso no podía dejarlo de lado».
Se trasladó a Viena, tras una beca que le otorgó el gobierno y allí realizó estudios de postgrado; cuando llegó el momento del viaje a la ciudad europea, Ruth asistió al tradicional paseo familiar para despedirse de los suyos, pero la vida le pasó una mala jugada por cuanto en medio del agasajo y los alborotos cayó al suelo y se averió el tendón en su mano derecha.
La maestra Ruth Marulanda cuenta: «Así me fui y una vez llegué a Viena con mi mano vendada y dos prendas de vestir en la maleta, empecé a tocar y con el dolor de mi mano, que era como el dolor del alma, abordé la prueba y toqué el Rabel más furioso que alguna vez haya interpretado al piano».
Añade la maestra: «Una profesora, de esas que aparecen como ángeles enviados por Dios, me enseñó una composición hecha para tocar solo con la mano izquierda y a partir de ahí hice todos mis estudios en el conservatorio, solo con la mano izquierda».
Cuando la pianista retornó a Colombia, hizo una memorable presentación en el auditorio León de Greiff y allí, con la dirección del maestro Olav Roots, tocó el «concierto de Rabel para la mano izquierda».
Ya en su amado país, su pasión por los aires vernáculos afincados en la cuna paterna la enfocaron en la interpretación de bambucos, pasillos, guabinas, valses y torbellinos y Ruth Marulanda hizo parte de varias fórmulas instrumentales, asociando su piano a los sonidos de los instrumentos de cuerda pulsada como el tiple, la bandola y la guitarra y los demás de las organologías del extenso folclor colombiano.
Ruth Marulanda se empeñó en hacer llegar parte de sus obras y escritos al maestro Oriol Rangel, quien para ese entonces era director de orquestas de emisoras como Nueva Granada, Nuevo Mundo, La Voz de Colombia y de programas de la Radiodifusora Nacional. Fueron entonces dos obras las que cautivaron a Oriol Rangel y dieron inicio a una amistad que perduró hasta los últimos días del reconocido maestro.
En esa misma cofradía de tertulias y asociaciones de colegaje, la interpretación hecha a dúo con el maestro Jaime Llano González al órgano, marcaron también una era de oro para el pentagrama nacional, como la dupla que hace hoy con varios exponentes de este instrumento con Raúl Castaño y Jhonatan Reyes entre otros.
La discografía que recopila la genial interpretación de la maestra Ruth Marulanda Salazar es muy amplia y en ella se ubican, tanto la interpretación de repertorios como solista, como las juntanzas que ha hecho con varios de sus colegas en recorridos majestuosos por el folclor de las zonas del país y los demás aires del acervo universal.
Junto a Teresita Gómez, Blanca Uribe y Helvia Mendoza, la maestra Ruth Marulanda hace parte del abanico de mujeres que han hecho del piano el más agudo aporte de contribución a los aires nacionales y al surgimiento de nuevas generaciones. Las mencionadas maestras fueron reunidas en un solo escenario, tras la cristalización del proyecto «Remembranzas del piano en Colombia»
El particular estilo de Ruth Marulanda Salazar en la ejecución del instrumento es realmente fascinante y su genio arrollador, donde hace abrumadoras descargas de sus manos sobre el teclado, la catapultan como intérprete única en su género y en la conquista de obras que, hoy, robustecen el extenso catálogo de la identidad nacional.
Se afirma con certeza que la maestra Ruth Marulanda es una de las mujeres más atrayentes en la reciente historia de nuestra música y por eso se ha catalogado como “la mamá de la música colombiana” porque han sido tantos los exitosos alumnos que han pasado por sus filas como Andrés Cepeda, Andrés Cabas, Germán Darío Pérez y Álvaro Puig, entre muchos otros, que su labor aparece como esa figura materna que custodia y atesora todo lo que se mueve a su alrededor.
En su rostro hay siempre una sonrisa de generosidad y en sus acentos los vocablos ¿oís?, y ¿ve?, son ya característicos de sus afables expresiones con las que arranca siempre expresiones de júbilo y simpatía entre sus admiradores y amigos más cercanos.
No se han hecho esperar los reconocimientos y distinciones, como el sentido homenaje que hizo Funmúsica en el marco del Festival Mono Núñez, su paso por la «Alfombra Roja para las Artes Colombianas» del FIC y las ordenanzas y conmemorativos que han hecho las entidades, tanto públicas como privadas en el país y el exterior, para honrar la monumental obra de esta bondadosa representante de la estirpe colombiana.
Al ser consultada sobre qué les quiere decir a los nuevos intérpretes, la maestra dice: «Primero que todo que sigan amando la música nuestra y que se dediquen a estudiarla, porque hay muchos que la conocen, pero no la estudian, sino que simplemente tocan lo que primero les llega a las manos», eso dice, no está bien, porque asegura que hay que exigirse a sí mismo y lograr ser limpios a la hora de interpretar el piano.
Solista con las orquestas Filarmónica de Bogotá, la Sinfónica de Colombia, la Sinfónica de Antioquia, los Grupos de Cámara del Conservatorio de la Universidad Nacional, integrante de cientos de colaborativos, producciones discográficas, conciertos, tertulias y apasionada por la picardía del bambuco, la maestra Ruth Marulanda sigue de pie como el roble, dando sombra a los retoños que han nacido inspirados en esta mujer de Buga, de corazón inmenso y milagrosas manos.
