
Un espacio de información y libertad

Al que no le gusta el caldo, se le dan tres tazas
Compartir
Hay refranes populares que resumen siglos de sabiduría con una puntería que desarma de tajo el análisis científico, la estadística rigurosa o la retórica académica.
Como flechas disparadas desde el corazón del pueblo, estos proverbios condensan observación, experiencia y memoria colectiva en frases que, por cortas, no dejan de ser contundentes.
Uno de ellos, sabio, irónico y aleccionador, es aquel que reza: “Al que no le gusta el caldo, se le dan tres tazas.”
Detrás de su tono socarrón se esconde una sentencia profunda, una pedagogía de la existencia, porque, lo que no se quiere aprender por voluntad, la vida lo enseña por repetición; lo que se evita hoy, regresa mañana con más fuerza, con insistencia casi obstinada, como si el universo fuera un maestro paciente pero inflexible.
Este refrán aplica para múltiples esferas de la vida, empezando por la más íntima y personal, porque todos, sin excepción, conocemos a alguien, o hemos sido ese alguien, que huye del compromiso, de la verdad, del llamado a la permutación, de la señal que invita a evolucionar y, lo que no se aprende por sabiduría, se aprende por necesidad; lo que no se recibe con apertura, se impone con insistencia.
Pensemos, por ejemplo, en el estudiante que aborrece las matemáticas, que las evita como quien esquiva una sombra incómoda, que les hace el quite con argumentos de inutilidad, y al terminar su carrera, lo sorprende la vida con un emprendimiento, un negocio propio, una empresa familiar, y de pronto debe aprender contabilidad, interpretar balances, proyectar presupuestos. Ahí están sus tres tazas de caldo, y, no hay escapatoria porque, cucharada tras cucharada, descubre que lo evitado regresa, disfrazado de responsabilidad.
Cuando se desdeña la disciplina física, se rehúye al ejercicio y se considera innecesario cuidar el cuerpo, ese templo cotidiano y entonces, se ingiere licor con exceso, se envenenan los pulmones con nicotina o se abusa del azúcar como si el organismo fuera inmortal. Pasan luego los años, y el cuerpo, sabio en su lenguaje, empieza a hablar: primero con susurros, luego con síntomas, después con gritos.
El médico receta dieta, caminata, medicamentos para la hipertensión, la diabetes o el sobrepeso y no fue por gusto, sino por necesidad. Tres tazas amargas de un caldo que pudo haber sido más suave, más benigno, si se hubiese probado a tiempo o se hubiese escuchado la primera señal.
Otro ejemplo lo ofrece el fenómeno global del cambio climático. Llevamos décadas ignorando las advertencias de científicos, ambientalistas y pueblos originarios. Hemos talado los bosques como si la tierra fuera infinita, contaminado ríos como si el agua pudiera purificarse sola, quemado selvas con la voracidad de una civilización insaciable. Y ahora el planeta nos sirve su caldo hirviente: sequías extremas, inviernos brutales, desastres naturales, pérdida de biodiversidad, enfermedades zoonóticas. La taza que no se quiso tomar cuando era preventiva, hoy se sirve en forma de tragedia y es que ya no se trata de un caldo, sino de una olla a presión sin válvula de escape.
En lo emocional también se manifiesta esta ley de la vida. La persona que teme al amor, que evita el compromiso por miedo a ser herida (o), termina envuelta (o) en una soledad que no eligió.
Aquella que nunca quiso pedir ayuda por orgullo, por miedo a parecer débil, se ve forzada (o) a hacerlo cuando ya no puede más, cuando el alma se desborda. Quien pospone la conversación difícil con un ser querido, la postergación le cobra su precio: a veces con el mutismo definitivo de la distancia o de la muerte. Así, cada taza de caldo emocional que se evitó por orgullo, regresa más denso, más salado, más caliente.
También en el plano profesional, ocurre con quien desprecia el trabajo en equipo por querer brillar en solitario: la vida lo coloca en escenarios donde solo puede sobrevivir si coopera. O el que huye de la crítica, y acaba enfrentando un juicio público. O la persona que se niega a perdonar, y termina devorada por su propio rencor. El caldo tiene muchas formas: algunas sutiles, otras hirvientes.
Ahora bien, no se trata de ver el refrán como una amenaza, sino como una advertencia amorosa, una pedagogía contundente pero refulgente. Quizá lo que la vida intenta decirnos es: «Lo que resistes, persiste. Lo que no enfrentas, se repite. Y lo que no sanas a tiempo, se transforma en un patrón.» Un patrón que se hereda, que se cronifica, que se convierte en laberinto.
Por eso, en lugar de huirle al caldo, conviene preguntarse: ¿qué contiene? ¿Cuál es su enseñanza? ¿Qué me está diciendo que no quiero escuchar?
A veces la sopa tiene sabor amargo, pero nutrientes profundos. A veces lo que no queremos ver es justamente lo que más necesitamos. Una crítica puede ser el caldo del crecimiento. Un fracaso, la sopa que alimenta el carácter. Un duelo, el caldo lento de la compasión. Una pérdida, la cucharada inevitable del desapego. Un error, el condimento del aprendizaje.
La vida, como una cocinera obstinada y sabia, vuelve y sirve el mismo plato hasta que uno lo prueba con humildad; lo ofrece primero en cucharadas suaves, casi tímidas, con la esperanza de que lo comprendamos, pero, si no aprendemos, si seguimos cerrando la boca y el corazón, lo sirve en forma de tazas rebosantes, de escudillas humeantes, de jarras ineludibles.
La sabiduría sobrenatural, no lo hace por castigo, sino porque quiere que entendamos; porque sabe que el dolor que no se transforma, se repite. Que el caldo que no se prueba, se fermenta.
De ahí que la verdadera sabiduría consista en aprender con la primera taza. En no necesitar tres para entender. En abrir el alma al cambio, al espejo, a la corrección, al crecimiento.
Porque si algo enseña este refrán, es que la vida no se cansa de enseñar, pero sí nos podemos cansar de no aprender, y entonces, con la garganta cerrada y el alma reseca, acabamos suplicando por la sopa que alguna vez rechazamos, comprendiendo entonces, por lo general algo tarde, que, no era castigo, sino medicina y amor en forma de caldo.
