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«Donde la ignorancia habla, la inteligencia calla»

Jun 17, 2024

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Esta es una máxima aplicada por muchos seres cautos en situaciones donde la ignorancia es ruidosa, invasiva y dominante, y la inteligencia a menudo opta por el silencio.

La sabiduría puede manifestarse a través del silencio o la contención en lugar de entrar en discusiones infructuosas y confrontaciones con personas que no están dispuestas a escuchar ni comprender, porque su lenguaje no tiene la estatura de la conciencia, el juicio o el sentido común.

Sin embargo, cuando la inteligente calla ante las arremetidas del terco, y al no intervenir, el incendiario puede continuar con sus argumentos erróneos o su comportamiento absurdo sin ser desafiado, lo que prolonga la situación por la ausencia de conclusiones útiles, afectando de manera profunda a quien permanece en actitud pasiva.

En muchas ocasiones, si el inteligente no interviene para corregir las arremetidas erróneas del blasfemo, este interpreta el mutismo como una validación de sus puntos de vista y refuerza su comportamiento, perdiendo la oportunidad de corregir al calumniador y, aunque sea difícil, ayudarlo a expandir su comprensión y perspectiva.

De manera recurrente el inteligente elige callar para evitar conflictos innecesarios o mantener la armonía en una situación particularmente tensa o delicada y la decisión de intervenir o hacer caso omiso depende del contexto y de los objetivos del sutil, porque el sabio por lo general prefiere no involucrarse en discusiones infructuosas.

Cuando un zoquete ataca con la intención de desestabilizar al inteligente, es importante considerar algunas estrategias para manejar la situación de manera efectiva y de ese modo neutralizar la maquiavélica embestida, porque la falta de conocimiento hace del que no sabe, una persona osada e incapaz de ver más allá de sus propias limitaciones.

Mantener la calma es una de las herramientas más poderosas en situaciones conflictivas, porque conservar la compostura ayuda a evitar respuestas impulsivas o emocionales que, por lo general, empeoran la situación, ya que el violento siempre busca provocar una reacción emocional o una respuesta impulsiva para justificar sus ataques y victimizarse, por lo que resistir a esas bravatas ayuda a mantener el control de la situación y sortear para que la razón no se salga de control.

Antes de responder, es oportuno tomar un momento para evaluar la situación. ¿El ataque del fatuo es significativo? ¿Es necesario responder? ¿Estaremos cayendo en su maraña y en ese mundillo de discusiones y arremetidas donde él es experto?

No todas las batallas valen la pena luchar, de ahí la importancia de analizar si tiene sentido involucrarte en la discusión o si es mejor dejarlo pasar, porque a veces, es más sabio conservar la energía y no desperdiciarla en altercados inútiles.

Pero si decidimos responder debemos hacerlo de manera profunda en lugar de caer en la misma dinámica de confrontación del porfiado y para ello es necesario manifestar, con argumentos lógicos y razonados, cuidando el enfoque en los hechos y la razón, en lugar de dejar que las emociones dominen conocimiento y raciocinio.

Para evitar daños irreparables es importanteno tomar las injurias de manera personal, máxima aplicada por muchas personas cautas, por cuanto las personas que atacan lo hacen por trastornos ocasionados en su entorno de vida, sus frustraciones y problemas internos.

Buscar el apoyo de amigos, familiares o un profesional de la salud mental y hablar de la situación nos ayuda a procesar las emociones y conduce a escenarios reconcentrados donde cada palabra y cada injuria alevosa se procesa de la debida forma para evitar que llegue a causar afectaciones y fijaciones en la tranquilidad, el sueño y la autoestima.

Recordarnos a nosotros mismos el valor y las cualidades positivas para no permitir de ninguna manera que las palabras del obstinado nos definan o siembren la duda sobre la veracidad o rectitud de nuestro comportamiento.

Guardar evidencia de las injurias y ataques, como mensajes de texto, correos electrónicos o testimonios de testigos e informar a las autoridades, toda vez que, en muchos lugares, las injurias y ataques son considerados como acoso, calumnia y daño, por lo que son penalizadas por la ley.

Consultar con un profesional para conocer nuestros derechos y las acciones legales que podemos emprender, es una acertada manera de tratar la situación en momentos que se ha llegado al límite, porque las afectaciones en la reputación causan la desestabilización emocional y dejan lesiones irreversibles con desencadenamientos severos.

Siempre que sea posible debemos evitar a toda costa las confrontaciones físicas, por cuanto la seguridad personal es lo más importante y en el peor de los casos debemos tomar medidas para protegernos como cambiar las rutinas, informarle a alguien de confianza los movimientos, y en cuestiones extremas, considerar una orden de restricción.

Resolver el conflicto mediante la negociación y el compromiso, cuando sea seguro hacerlo es muy útil siempre y cuando haya personas, ojalá competitivas sensatos mediando o sirviendo de testigo para garantizar el cumplimiento de posibles acuerdos y las consecuencias de la violación de lo pactado, porque el trastornado suele olvidar, inventar y negar con frialdad asombrosa. 

El provocador es habilidoso por naturaleza y el resultado de sus acciones es producto del mundillo en el que se haya desarrollado, por lo que no siempre se lograran acuerdos lógicos y razonables y es ahí cuando el silencio y la distancia son la mejor arma para evitar que nuestra proximidad quede servida en bandeja y se convierta en presa fácil de aquel que a todas luces quiere hacernos daño.

Esta columna puede parecerse a un manual, pero no es así, es simple y llanamente una recopilación de acciones que en oportunidades hacemos quienes por las circunstancias de la vida nos convertimos en seres visibles, a veces  exitosos y otras veces notables en una sociedad compleja donde existen protervos seres humanos que por diferentes circunstancias, perdieron el enfoque de sus propósitos y tienen como tarea cotidiana acabar con la de los demás para tratar de empatarle a sus complejos, amarguras y fracasos.

El perdón es también un arma poderosa ,y cuando lo hacemos por lo general no estamos perdonando de manera directa a quien nos ha hecho tanto daño, sino que es una benignidad interior que nos libra de esa pesada carga que nos impide caminar con la mirada y la frente erguida hacia la luz.

Desquiciadas afirmaciones como: “le voy a acabar la vida” o “Le he de ver en ruina y destrucción” jamás serán la fórmula correcta para saldar cuentas, porque de lo enigmático y Divino llega siempre lo que corresponde a cada cual, por lo que nadie tiene derecho a cobrarse por su propia mano.

Los celos, las envidias, los egos, los resentimientos, la hipocresía, la traición y la ingratitud, así como el rompimiento de relaciones sentimentales, artísticas, empresariales, políticas, de negocios o de largas amistades, por lo general desencadenan en tragedias interpersonales, que a la postre dejan grandes secuelas y animosidades; sin embargo, persistentemente será mejor el olvido para que curen las heridas y cada quien  pueda retirarse en paz y en mudez a seguir labrando su propio camino, evitando así que la ignorancia y el acaloramiento salgan a flote y la inteligencia actúe cómo debe ser en mente y corazón.

¿Enfrentar o callar?, sea cual sea la decisión, siempre será bueno comprender que: “el silencio y la sonrisa son dos armas poderosas. “La sonrisa ahuyenta los problemas y el silencio los evita”.

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Jun 17, 2024

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