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Fuego amigo
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Las abuelas dicen que “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo” para referirse a las personas que, perteneciendo a una causa común, se convierten de la noche a la mañana en “enemigos cercanos”.
A estas expresiones populares se suma otra denominada «fuego amigo» término utilizado para referirse a situaciones en las que, una fuerza próxima, como un aliado o compañero de equipo, causa daño o lesiones a sus propias fuerzas en un conflicto militar o en cualquier situación en la que se utilicen armas.
Pero esta expresión se utiliza, no solo en el ámbito militar, sino también en contextos más amplios para describir circunstancias en las que acciones destinadas a ser supuestamente beneficiosas o de apoyo, terminan teniendo consecuencias negativas para el propio equipo.
La expresión “fuego amigo” se aplica también en el ámbito laboral, cuando el supuesto aliado es quien desequilibra la mesa y la pone a tambalear, causando grandes perjuicios, no solo a los objetivos comunes sino al clima laboral, por cuanto la felonía y hostigamiento de un supuesto colaborador descompone de inmediato la gallada.
En otras situaciones como la política, los negocios y demás circunstancias en las que la cooperación interna puede resultar perjudicada por acciones intencionadas o no intencionadas, el “fuego amigo” es considerado como una embestida sorpresiva de quien menos se espera.
Los dichos populares han ayudado a descifrar, en pocas palabras, lo que significa que las críticas, ataques y perjuicios provenientes de personas próximas, familiares o del mismo grupo social, puedan ser especialmente difíciles de manejar por la complejidad misma de tener que entender o asimilar un ataque de aquel que ha sido contiguo a nuestros afectos.
A estas manifestaciones innatas de la sabiduría popular se suma otra lista de proverbios que tienen mucha similitud con el análisis al que hoy hago referencia y con frecuencia escuchamos decir a nuestros mayores: «Cría cuervos y te sacarán los ojos».
Un dicho público que advierte también sobre los riesgos de ayudar o favorecer a personas que entran fácil con abrigo de oveja y pueden resultar desleales en el futuro. La metáfora del cuervo se utiliza para representar a alguien que, a pesar de ser protegido y favorecido con nuestras acciones puede volverse perjudicial o vender a quien lo ubicó en sitial de privilegio, cambiando rápidamente su piel ovejera por la de un lobo feroz.
Afrontar la alevosía del “fuego amigo” es un proceso emocionalmente difícil, sin embargo, hay varias estrategias que ayudan a superar estas experiencias espinosas, por cuanto es normal sentir una serie de emociones como ira, tristeza, confusión o incluso culpa, por lo que debemos permitirnos sentir estas turbaciones sin juzgarnos a nosotros mismos.
Hablar con un verdadero amigo, familiar o persona de confianza sobre lo que está pasando y compartir los sentimientos puede ayudar a procesar la situación y recibir apoyo emocional.
Establecer límites con la persona que nos ha faltado al interior del núcleo tomando distancia para protegernos, tanto moral, sentimental, como físicamente.
Entender lo que sucedió y por qué, no significa justificar de ninguna manera, pero puede ayudar a obtener una perspectiva más clara y aprender de la experiencia.
Enfocarnos de inmediato en nuestro bienestar físico y emocional, comer bien, hacer ejercicio y descansar lo suficiente, ésto ayuda a mantener la fortaleza necesaria para afrontar la situación.
No podemos culparnos por la deslealtad de otra persona, ya que aceptar que no tenemos control sobre las acciones de los demás puede ser parte del proceso de curación.
Utilizar la perfidia como una oportunidad para crecer, preguntándonos qué lecciones podemos extraer de la situación y cómo podemos fortalecernos como persona, es muy conveniente.
Es importante permitirnos sentir dolor, pero también es crucial no quedarnos atrapados en esos sentimientos para trabajar hacia la aceptación y la recuperación pronta o definitiva.
Expertos analistas aseguran que, aunque perdonar no significa necesariamente reconciliarnos con la persona que nos traicionó y nos metió el “fuego amigo” a la casa, puede ser un paso hacia la liberación emocional, sin embargo, la benignidad es un proceso personal y lleva tiempo en darse según la particularidad de los hechos.
En la actual era que vivimos se ve con más frecuencia que este fenómeno, tal vez por la situación apremiante por la que atraviesa la sociedad, la desaparición forzosa de valores, el apetito voraz por el poder y el dinero, el daño colateral de las redes sociales, y tantas otras malformaciones generales, nos obliga a estar muy prevenidos y revisar exhaustivamente la escogencia de personas que llamamos para acompañar propósitos comunes, evitando a toda costa que del mismo bando salga el mortal “fuego amigo”.