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“Más doble que el queso crema”

Feb 12, 2024

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Una de las deformaciones sociales que está dragando el intestino moral de la patria y carcome, poco a poco, las relaciones intrafamiliares, de grupos, empresas y personas, es la “doble moral”.

La «doble moral» es un concepto que se refiere a la discrepancia entre las normas morales que una persona o grupo profesa públicamente y las acciones que realmente llevan a cabo en su vida privada o en situaciones menos visibles.

La «doble moral», implica actuar de manera hipócrita en relación con los propios principios morales, es decir, la no coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace.

Este fenómeno se manifiesta de diferentes maneras, como cuando alguien critica públicamente ciertos comportamientos mientras los practica en privado, o cuando se aplican estándares morales a personas o grupos diferentes en situaciones similares, aún y a sabiendas que el “prontuario” de quien señala es de muy cuestionada reputación.

La «doble moral» surge por varias razones, incluyendo la presión social, el miedo al juicio de los demás, la conveniencia personal, la falta de reflexión sobre los propios principios o simplemente porque el cinismo es la impronta de los autores de tan aborrecible conducta.

La «doble moral» tiene consecuencias negativas, tanto a nivel individual como social, porque socava la coherencia decorosa y la confianza en las instituciones y en los individuos que la ejercen.

“Aplique lo que dice mijo”, dicen los mayores a esas descendencias mañosas que protagonizan operaciones contrarias al elocuente discurso que proclaman y mucho más a quienes ejercen algún liderazgo público y con sus palabras despliegan direccionamiento de pensamientos.

Si de “doble moral” se habla, podemos escoger mil ejemplos de un inmenso abanico de comportamientos que a la postre dejan mucho que desear de aquellas personas calificadas como modelo de vida para el común, pero que al conocer su verdadero rostro generan decepción y rechazo.

Un líder que promueve la moralidad y la integridad en el discurso, pero se involucra en prestezas corruptas o deshonestas en su vida privada y administrativa, haciendo exactamente lo mismo o más de lo que condena en público para ganar adeptos.

Aquellos que mientras hablan de paz y de cese al fuego, ejercen el terrorismo, el secuestro y el sicariato, tratando de ablandar a quien al otro lado de la mesa espera por el cumplimiento de lo pactado.

Las personas que critican abiertamente el consumo de drogas, alcohol, y los actos de inmoralidad, pero las consumen, ingieren y practican en secreto, de manera soterrada y consciente.

Una empresa que promueve la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental en su publicidad, pero que en realidad tiene prácticas comerciales que lesionan el medio ambiente y agreden el planeta.

Un país que defiende los derechos humanos en el ámbito internacional, pero viola estos mismos en su propio territorio de manera permanente y lesiva.

En fin… repito, los ejemplos son innumerables como innumerables son las falacias de los “fraudulentos profetas”.

Como podemos evidenciar, «la doble moral» afecta profundamente a una colectividad porque promueve el engaño, la mentira y otorga a las personas licencia para actuar de manera contraria en público que en privado, minando la verdad y la cohesión social.

Cuando las instituciones o figuras de autoridad son percibidas como farisaicos debido a «la doble moral», surge una suspicacia generalizada en los establecimientos, se corroe la estabilidad y legitimidad del sistema; lo mismo ocurre con las personas que son descubiertas en este tipo de habilidades y pasan de ser modelos de vida a seres despreciables que solo inspiran desconfianza.

Siempre será más decoroso mirar fijamente a los ojos, mostrar una sola faz y expresar con coraje y decisión lo que se piensa, buscando ese vínculo tan necesario entre «mente, lengua y acción».

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