logopalestracolor

Un espacio de información y libertad

así registran las marcas de nuestros aliados aquí debe estar tu marca

Por favor no se limpie los mocos con el mantel

Feb 26, 2024

Compartir

Vivo en Colombia, un país conocido por sus variadas leyes y regulaciones, aquí comer empanada puede ser un delito y hasta nos “obligan” a usar el cinturón de seguridad, porque a algunos dizque, les estorba…

Esta semana vi un video que mostraba a unos individuos con apariencia poco convencional, de Ñeros, y aunque muchos consideren incorrecto estigmatizar a las personas por su vestimenta y accesorios, debo admitir que en ocasiones me ha servido para evitar ser víctima de un atraco al identificar ciertos perfiles en la calle. No pretendo generalizar ni afirmar que todos los que visten de cierta manera sean delincuentes, pero es importante considerar el contexto.

En el video, cinco individuos abordan un autobús y arremeten contra un joven que al parecer iba a entrenar. Lo sujetan violentamente, lo amenazan con una navaja y lo golpean para arrebatarle su mochila y pertenencias. Mientras esto ocurre, unas chicas observan la escena con indiferencia, riéndose de las acciones de sus amigos.

Afortunadamente, el conductor del autobús se percata de la situación y decide actuar. Con ligereza, conduce hacia la estación de policía más cercana. Al detenerse y abrir las puertas, los delincuentes y su séquito huyen del lugar a toda prisa.

Es desgarrador presenciar la deshumanización que se manifiesta a diario, donde un simple objeto como un celular o una billetera parece tener más valor que la vida misma.

En este contexto, la ley colombiana revela ciertos vacíos preocupantes, especialmente en el proceso de denuncia por robo, una tarea que a menudo parece una misión casi imposible. Las autoridades sugieren realizar la denuncia a través de páginas web, pero este proceso se convierte en una verdadera odisea, con solicitudes de información que a menudo resultan difíciles de cumplir y sistemas que fallan al cargar.

Peor aún, en casos donde la víctima intenta defenderse y causa daño al delincuente, la ley parece volverse en su contra, priorizando los derechos del agresor sobre los del inocente. Lamentablemente, estos casos son cada vez más comunes y es una triste realidad que debemos afrontar.

La historia da un giro esperanzador al conocer que los propios padres de los delincuentes los entregaron a las autoridades, según lo que se compartió en las redes sociales del periódico El Tiempo.

Este acto, si bien no es común, genera un sentimiento de alivio y optimismo, ya que indica un compromiso con la justicia. Es un recordatorio de la importancia de la responsabilidad parental y de cómo la intervención de los padres puede tener un impacto significativo en la conducta de sus hijos. Este hecho plantea interrogantes sobre la crianza y los valores inculcados en el hogar de estos jóvenes, y nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de promover una cultura de responsabilidad y respeto hacia las leyes y los demás en la sociedad.

Aquí es donde me detengo a reflexionar: ¿Realmente nuestra sociedad ha llegado a un punto en el que necesitamos recordarles a los demás que no deben limpiarse los mocos con el mantel? ¿Es necesario tener un policía vigilando a cada individuo para proteger lo que tanto nos ha costado ganar y para preservar nuestra vida simplemente porque tenemos diferentes oportunidades?

Las leyes son fundamentales pues revelan que muchos no respetan al prójimo, adoptando una actitud que consideran legítima. Nos enfrentamos a una cultura belicosa que ha normalizado la violencia en todos sus ámbitos, una cultura en la que debemos imponer reglas para evitar que la gente se lastime mutuamente. Sin embargo, siempre hay historias como la mencionada anteriormente que nos reconfortan y nos impulsan a seguir siendo personas dignas, contribuyendo desde nuestro propio lugar para construir una sociedad mejor.

Scroll al inicio